Día del No Enemigo
Desde 1968, se ha festejado el día del amigo el 20 de julio en Argentina, Brasil y Uruguay. Este festejo informal que promueve el valor de la amistad tuvo sus orígenes en un contexto particular y sería interesante- y hasta cierto punto necesario- intentar adaptar sus objetivos a la actualidad.
El día del amigo en Argentina nació de una iniciativa del Dr. Enrique E. Febbraro, quien desde Lomas de Zamora concibió un movimiento para celebrar las virtudes humanas, específicamente la amistad y el trabajo en equipo. Dr. Febbraro se inspiró en la carrera de conquistar el espacio que definió la década de los 60: para él, llegar al espacio implicaba una meta universal hacia la cual trabajaban todos en aquel momento, y para lograrlo se reconocía la necesidad de cooperación. Empezó en el año 1968, en plena Guerra Fría, una colaboración de amigos que trabajarían esta idea de unión en pos de un objetivo común, con la lema: “Un pueblo de amigos es una nación imbatible”. Su proyecto culminó en el envío de mil cartas para difundir esta idea , que coincidió con el aterrizaje en la luna en 1969.
Dr. Febbraro con Neil Armstrong de fondo. Fuente: http://blog.creditoargentino.com.ar/wp-content/uploads/2011/07/fotos-para-tips1.jpg
La noción del Dr. Febbraro de lazos amistosos entre todos los humanos en pos de un objetivo común fue novedosa- y para algunos, una locura- por el contexto de la Guerra Fría. La carrera espacial fue visto por muchos como los intentos de la Unión Soviética y los Estados Unidos de establecer su primacía, no tanto como un objetivo universal que unía a la humanidad. Sería como considerar que fuese posible un proyecto conjunto entre Irán y los EE.UU que activamente limitara el poder nuclear de Irán. Aún así, se sigue festejando el día del amigo y se celebró dicho acuerdo (aunque faltaría su ratificación): puede que sea hora de considerar la adecuación de la idea de Febbraro a nuestro contexto actual.
Ante todo, tendrá que tomarse en cuenta que el concepto de amistad ha tenido cierta evolución desde 1968. Dr. Febbraro decía que el amigo no se ve, se siente, y se maravillaba con que se podía hacer amigos en cualquier lugar, desde un bar o un supermercado. En ese momento se trataba de amigos y conocidos, mientras que ahora tenemos amigos y conocidos, amigos y conocidos virtuales o seguidores e influenciadores sin tener que conocer a nuestro vecino. Además, con la misma facilidad en que nos hacemos nuevos amigos, también podemos hacernos enemigos, con persecuciones o difamaciones virales. ¿Qué virtudes estaríamos celebrando en este nuevo siglo, entonces? Con semejante desdibujamiento de la definición de amistad y las nuevas formas de interrelacionarnos, quizás haría falta crear una nueva categoría a medida en que definamos qué festejamos hoy.
Esta imagen muestra claramente la idea de un no enemigo: no son amigos, pero en el espiritu de acercamiento EE.UU se volvió un “pequeño Satanás” mientras que Irán formará parte ahora del “eje del no-tan-mal”. Fuente: http://democraticgeography.net/2014/11/08/the-us-and-iran-a-peace-to-end-all-wars/
Ahora, si se considerara el ejemplo inusual del acuerdo entre EE.UU e Irán, habría que distinguir varias diferencias con el contexto de la Guerra Fría. El primero, que el paradigma nuclear es fundamentalmente distinto porque se trata de algo necesariamente destructivo, no constructivo, como la meta de llegar al espacio. Segundo, que no se trata de un esfuerzo aparentemente universal de parte de todos, si no de un acuerdo interestatal: si bien el tema de poderes nucleares nos incumbe a todos a medida en que podríamos vernos afectados, no necesariamente tiene el mismo protagonismo en la sociedad civil como en años anteriores. Por último, a diferencia de lo que podrían creer los Republicanos, no se trata de un nuevo lazo amistoso ni mucho menos. Como dijo Obama la semana pasada, “este no es un acuerdo que se hace entre amigos”: se trata más bien de dos enemigos clásicos intentando delinear nuevas normas para no matarse entre ellos. No es la Guerra Fría pero tampoco podría considerarse un acercamiento cálido (lo cual suscita más que una reacción adversa).
Tomando en cuenta el desdibujamiento de la definición de amistad, la polarización que se vive en el escenario global y el particular “acercamiento” de EE.UU e Irán, propongo entonces un Día del No Enemigo. Ya que cuesta saber quién es verdaderamente nuestro amigo, procuremos simplemente no tener enemigos, virtuales o físicos. En lo virtual es especialmente fácil caer en la victimización y la persecución, por lo cual mejor abstenerse de comentarios o acusaciones sin fundación. A su vez, extrapolando a nivel global, con conflictos más complejos, polarizados y arraigados, podría llegar a ser más productivo que los estados se enfoquen en tener no-enemigos, no tanto en relaciones carnales o ejes del mal.
En la vida ya tenemos no-enemigos: gente con quienes compartimos un objetivo o contexto, pero no son “amigos”. Tu dentista, ese compañero de clase con quien no hablás pero está todo bien: se entiende. Si no se puede celebrar la amistad en estos casos, alabemos que se mantenga cierto vínculo en paz. A nivel mundial, el desarme no podrá ocurrir hasta que se confíe en los otros estados lo suficiente: la idea es llegar a un punto en donde se confíe que no se vayan a usar las armas nucleares para mal. Sin embargo, un desarme unilateral es impensable por el momento: no hay forma en que dicha confianza se logre por muchos años. De hecho, por ahora se trata de “verificación, no confianza”. El primer paso, entonces, sería hacerse no-enemigos. Cuando los países lleguen a distinguirse como aliados y no-enemigos, eventualmente con no-conflictos y no-dilemas, ese sí será un día feliz digno de festejo.